viernes, 13 de junio de 2014

"El chico de la frontera"

Primer puesto del I Concurso Literario "El Reto de los Escribas" - MAYO 2014.
 
 

Sobre la autora
        Su nombre es Inés Vilanova de Diego, y nos escribió bajo el seudónimo "Abbey Rose". Tiene 13 años y, al igual que sus hermanas (también clasificadas en el Top5 de esta convocatoria) es una amante de los libros y adora escribir. Publica en Potterfics con el nick "Primrose".

 
El chico de la frontera

-No, gracias, no quiero el ticket.

Ella asintió, sin sorprenderse. No se esperaba otra respuesta. Ese chico pasaba por ahí todos los días laborables con su habitual traje de color oscuro y su corbata a rayas, azul y blanca. Todos los días atravesaba la frontera hacia el país francófono a las siete de la mañana para volver siempre puntual a las cinco de la tarde. Y siempre rechazaba el recibo.

Miró el papel con enfado. ¿Qué hacía con él? En un primer momento ejecutó con rabia el movimiento que siempre hacía cuando tenía un papel inútil como aquel en la mano: tirarlo a la papelera. Sin embargo se detuvo. No podía hacerlo. Ese papel era su único recuerdo de aquel chico, el chico que no tendría que importarle.

Con resignación decidió hacer lo que hacía al final todos y cada uno de los días, negándose a perder más tiempo. Con mucho cuidado, dobló el papel por la mitad, y a continuación empezó a cortar irregularmente el papel guiándose por la marca que había creado hacía unos segundos.

Dos mitades, dos papeles.

Uno lo guardó, a modo de prueba. De prueba de otro día entre tantos en que pensó en él. Lo juntó con los demás, amarrándolos bien con un clip, superponiendo a modo de portada un papel que rezaba “El chico de la frontera”, en honor al nombre que le había puesto su mejor amiga, y a ella le había parecido bien. Le parecía irónico que le pusieran un nombre tan “épico” y que suene tan “profundo y literario” como decía su amiga, cuando en realidad lo de “la frontera” es en el sentido literal de la palabra. Le parecía irónico porque al fin y al cabo ella se había enamorado a primera vista, de la forma que más aparece en los libros. Guardó ese papel con los demás, como testigo de que, otro día más, había pensado en “el chico de la frontera”.

Y la otra mitad… pronto dejó de tener la categoría de mitad. Lo rompió en varios trozos desiguales, y éstos en trozos aún más pequeños. Cuando el trozo más grande no era mayor que la uña de su meñique, los juntó todos, formando un montón, que se quedó observando unos segundos. A aquellos trozos, a aquella mitad, les correspondía la parte más difícil: el olvido. Pero no cualquier olvido. Sería incapaz de tirarlos a la papelera, no correrían el mismo destino que los otros papeles.

Aguardó a volver a escuchar otra de las fuertes ráfagas de viento que con frecuencia se producían en ese lugar. Cuando llegó, actuó sin vacilar: tiró por su pequeña ventanilla esos pequeños fragmentos de papel que en algún momento fueron un ticket. Y con ellos se fue la esperanza de llegar a algo con ese chico.

Dos mitades contradictorias. Dos posibilidades. Y es que, durante mucho tiempo ella seguiría esperándole día a día. Puede ser que algún día se digan los nombres, más tarde se den los números de teléfono y de ahí comience una gran relación, o puede que no pase nada y que ella encuentre a su hombre. Al fin y al cabo ¿y si el chico está casado? No lo puede saber. Hay tantas preguntas sin resolver… Puede ocurrir cualquier cosa. Su vida puede cambiar. Puede que uno tenga un accidente, puede que no se hablen en el resto de sus vidas, puede que cambien de trabajo… o por el contrario puede surgir una bonita relación. Pero, al fin y al cabo, nunca sabes lo que el destino tiene reservado para ti, así que seguirá esperando a que suceda, mientras los días pasan en la frontera.
 



 

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